lunes, 20 de enero de 2014

Alarma de incendio, mi peor enemiga

FIRE, FIRE, FIRE…     FIRE, FIRE, FIRE… Piii… Piii… Piii…  Grita la máquina con voz de mujer una y otra vez acompañada de pitos y sirenas sonando intermitentemente en diferentes y ensordecedoras tonalidades. Lo que básica y mentirosamente anunciaba la voz de esta mujer era que supuestamente estaba ocurriendo un incendio en la casa. Para completar la angustiosa escena llegan los bomberos con la parafernalia del caso y el teléfono de la casa empieza a sonar repetidamente.

Causa: Au Pair sin experiencia cocinando desata falsas alarmas de incendio.
Resutado: Caos at home.
Intentando ser muy exacta creo que en el primer mes siendo Au Pair activé el detector de incendio unas cuatro veces; pero si vamos a hablar de datos exactos, también se tengo que admitir que el detector de incendios de la casa era súper hiper mega sensible. Es decir se activaba con el calor humano prácticamente. A favor mío, el pobre detector tuvo un final trágico y orgullosamente digo que no fue mi culpa.
Todos y cada uno de los episodios sucedieron mientras estaba cocinando y cada uno de ellos lo manejé con la naturalidad del caso. He aquí un pequeño resumen de las vergonzosas experiencias:
·         Día 1. El Pan Sobre tostado.

Exactamente la primera mañana que me dejaron sola con las niñas en la casa, me dispuse a hacer el desayuno con todo el ánimo de hacerlo como una mamá experta. Creyendo que mi poca experiencia era suficiente, preparé unos huevos y puse los panes en la tostadora. Empecé a jugar con las niñas en el comedor y olvidé por completo los pancitos que ya llevaban un buen rato tostándose, eh, quemándose para ser sincera.
Inesperadamente un sonido espantoso invadió la casa, y por primera vez escuché la voz que más odiaría en mi vida: ella repetía la palabra “Fuego” en inglés haciéndole coro a la aturdidora sirena. Mis dos pequeñitas empezaron a llorar a gritos y yo tenía ganas de seguirlas. Pero me dije a mí misma: “Mi misma, esto es un incendio, no hay tiempo de llorar”.  Creyéndome la salvadora, saqué a las niñas de la casa y llamé a mis host tratando de expulsar las palabras de mi cuerpo tembloroso.  Debido a que la alarma de incendio está conectada con la estación de bomberos, los “Fireman” llegaron dispuestos a hacer su trabajo con mangueras en mano. Esperaban encontrar la casa en llamas y lo que encontraron fue un pan quemado. Allí supe que no se necesitaba Fuego para activar a alarma, solo bastaba con una pequeña cantidad de humo.
Aunque no había fuego real, la desesperante alarma seguía sonado y no pararía hasta que yo la desactivara diciéndole la clave de cuatro números a una mujer que trabaja en el centro de alarmas. Obviamente yo no sabía la clave y aunque la supiera, no entendía nada de lo que esta mujer me decía en inglés a través del celular. Pánico total. 
Mis host llegaron, yo aún temblaba, pero el temblor no era más fuerte que la vergüenza misma. Ellos desactivaron la alarma y solo dijeron: “Please, be careful”.

·         2.  Las Papas fritas.
La segunda vez fue menos trágica pero no menos vergonzosa. Como bien se sabe las papas a la francesa generan mucho humo cuando hacen el primer contacto con el aceite. Pues sí, la bendita alarma salía a escena otra vez y yo vuelvo a sentir un vacío aterrorizante en el estómago… “FIRE, FIRE, FIRE”...

Mis niñas se quedan mirándome y esta vez no pueden llorar porque les causa gracia verme corriendo por toda la cocina agitando un pedazo de tela intentando deshacer el humo. Siguiendo el debido ritual, llegaron los bomberos y les abrí la puerta con una sonrisa de un dólar: “I am so sorry, I was cooking”.  Los más amables y carismáticos del mundo, me dicen que no hay problema y se van.

Mis jefes llegan de nuevo a la casa y repiten: You gotta be careful. Yo trato de defenderme diciéndoles que esta vez nada se estaba quemando, pero para ellos el error ya estaba hecho.

·         3. Un arrocito en bajo.
En la tercera ocasión me sentí menos culpable porque mi Host Mom y yo nos entretuvimos chismoseando en la cocina y olvidamos el arroz en bajo que estaba en la estufa. Ninguna de las dos sintió ningún olor extraño y lo que dio aviso del alimento sobre cocinado, fue la monstruosa voz que repite: FIRE… 

Las niñas continuaron viendo television como si se tratara de un sonido más del ambiente, los bomberos pasaron por la casa casi que saludando y se despidieron con una sonrisa amable que en realidad quería decir: idiota, deja de hacernos perder el tiempo.  Y Mi Host Dad más que sorprendido sólo me dice: SERIOUSLY!!?

La última vez que escuché la alarma fue cuando mi host dad la activó cocinando unos pancakes para el desayuno. A causa del desespero que le produjo ser víctima de aquel súper ultra sensible aparato, lo desarmó en pocos minutos y se deshizo de una vez por todas de la poco amaba alarma de incendios de la cocina. Aunque yo me encontraba tapándome los oídos en mi habitación y totalmente molesta por el sonido, el alma me bailaba por dentro de alegría de saber que esa vez no había sido yo la culpable. La alarma descansaría en paz para siempre, y nosotros también de ella.  
Haciendo un balance general, creo que aunque no fueron las más gratas experiencias, sí me dejaron detalles positivos en cada episodio: hoy soy más cuidadosa cuando cocino, soy amiga de los bomberos que ya me reconocen cuando paso por la estación y aprendí que quemado en inglés de dice Burned. Ha ha.
Código Au Pair: Niñas, poner mucha atención mientras cocinamos. Aunque es una prueba de Fuego, no se quiere generar Fuego.
 
 

2 comentarios:

  1. Jajajajaja mori de risa. Yo me quede un dia que fue a buscar a las niñas a la parada q la deja el bus afuera xq la puerta Milagrosamente se tranco. Pero lo tuyo jaja q risa

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  2. Muy buena entrada...jajaj amiga de los bomberos...jajajaj y tu nueva palabra Burned....jajajaj ... muy bueno. =)

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